domingo, 14 de julio de 2013

EL PSICOANÁLISIS Y EL SIGLO XX. Por Alfredo Reyes C.

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EL PSICOANÁLISIS Y EL SIGLO XX 

Por Alfredo Reyes C.
Foto (Jul. 13, 2013): MICRo de  NTC …

Texto leído * por el autor en el evento 
 Cali, Julio 13, 2013


El Psicoanálisis es un acontecimiento en la historia de la  Cultura Humana.

A finales del siglo XIX, las angustias de un neurótico no tenían la posibilidad de ser atendidas por el pensamiento racional, como sí lo empezaban a ser otras formas del padecimiento humano, como las enfermedades del cuerpo.

La ciencia de la época sólo podía definir la neurosis histérica como un trastorno de las células cerebrales o como una simulación.

El padecimiento histérico no podía aspirar a ser entendido como un resultado de determinados procesos y el Psiquismo mismo carecía de una teoría general sobre su estructura y funcionamiento.

El Psicoanálisis aparece como una respuesta a ese vacío, lo que le confiere el carácter de un descubrimiento muy importante: lo más específicamente humano, el Psiquismo y sus perturbaciones, podía llegar a tener la dignidad de ser pensable en términos científicos y no sólo abandonado a las opiniones de la religión, la magia y la superstición.

Es cierto que la gran literatura y la filosofía siempre conocieron al Hombre muy profundamente, con grandes intuiciones que podrían verse como los ilustres antecesores del Psicoanálisis (Freud se decía discípulo de los grandes poetas), pero su sistematización y organización en forma de una Teoría General, apenas llega con el psicoanálisis, con la aparición de un “médico-filósofo”, como lo habían presentido Nietzsche y Poe.

En el momento en que Freud no se precipita a diagnosticar y clasificar la histeria, y de ésta manera congelarla, sino que se detiene a escuchar qué dicen los pacientes sobre lo que les ocurre, en ese momento nace un campo de conocimiento completamente nuevo.  Pero limitarse a diagnosticar y clasificar la histeria era asimilarla a lo ya “sabido” – disturbio neurológico o simulación – con lo cual quedaba cerrado el campo de observación.

Freud no procedió así. Impulsado por su particular curiosidad científica, se dedicó a escuchar atentamente el relato;   es decir, le dio – podría decirse que por primera vez en la historia – validez y seriedad a las palabras del paciente;  tomó su discurso como algo digno de oírse y entenderse;  le dio un lugar a la palabra del paciente.  El oído de la Medicina no estaba capacitado aún para atender esta sintomatología.  Por eso, este sólo acto, por sí mismo, ya es muy notable como avance cultural.

Entonces su atención fue premiada con la posibilidad de observar un mundo maravilloso y complejo que siempre había estado allí, ofrecido a quien quisiera y pudiera leerlo.  Las primeras conclusiones no se hicieron esperar.

         Apoyado en la hipnosis y el método catártico (dejar  hablar y desahogarse al paciente) y apremiado por la necesidad de aliviar los variados síntomas de la histeria (parálisis, fobias, alteraciones de la conciencia, etc.) observó que éstos eran causados por acontecimientos penosos de  la  historia de los pacientes, que ellos no recordaban y sin embargo estaban en algún “lugar” ya que podían ser evocados en hipnosis, y en algún grado deducidos de las palabras del paciente.

         La idea de un nivel inconsciente en el psiquismo se le impuso entonces de manera indiscutible y como una necesidad de coherencia teórica.

         Igualmente pudo observar que los síntomas se aliviaban cuando en la hipnosis el paciente podía evocar fragmentos de su vida que habían sucumbido al olvido y que de alguna manera explicaban el síntoma.

         La idea de una historia “traumática” activamente olvidada pero presente de manera indirecta en los síntomas, y además recuperable bajo hipnosis, prácticamente impuso a Freud -  buen observador  - las nociones de inconsciente, represión, sujeto dividido entre consciente e inconsciente, nociones que demarcaron un campo nuevo de conocimiento que Freud habría de desarrollar poco a poco desplegando todo el potencial teórico que dichos conceptos fundadores encerraban.

         La observación minuciosa agregó nuevas ideas.  La investigación del material obtenido por hipnosis y por deducción indicó que las situaciones traumáticas subyacentes a los síntomas histéricos, habían tenido lugar en la infancia y que además tales situaciones en su mayoría se referían a problemas sexuales, concepto éste que resultó inquietante y que impuso también la noción teórica de sexualidad infantil, inédita en la ciencia pero conocida empíricamente por el saber popular, que llegó a producir nuevas teorías sobre el desarrollo de la libido.[1]

         Y así, unos conceptos fueron llevando a otros porque estaban concatenados a través de relaciones lógicas internas que correspondió a Freud recoger y armar con ellos la Teoría Psicoanalítica.

         La observación de todos estos fenómenos llevó a Freud a pensar que las situaciones patógenas resultaban traumáticas, en buena parte, porque ocurrían en la infancia, época en la que la capacidad de elaborar y ordenar las vivencias conflictivas, era fácilmente sobrepasada.  Lo cual quiere decir que las situaciones de conflicto extremo no hallaban resolución posible y el YO recurría entonces a la represión enérgica para alejarse de algo que, por no poderse resolver, resultaba traumático.  Pero lo reprimido no quedaba inerte sino que desde su propia fuerza, retornaba por el único camino posible: el atajo de los síntomas.  Esa conexión fue una de las primeras observaciones magistrales de Freud.

         Esta conceptualización dinámica del problema de la neurosis mostró a Freud el camino de la cura.

         En los comienzos, se ilusionó con la hipnosis porque ésta, al ampliar la memoria, permitía el acceso “directo” a las situaciones patógenas reprimidas, pero  el  paciente   difícilmente   reconocía   como  propio  ese  material   extraído “artificialmente”, es decir,  sin pasar por una transformación en el YO de aquellas circunstancias que habían determinado la represión.  Era algo forzado y artificial.  La hipnosis no curó la histeria pero hizo posible el Psicoanálisis.

         Una vez más, la fina observación reorientó sus investigaciones.  Gracias a la hipnosis ya sabía con certeza que había un material reprimido causante de los síntomas y que era importante que ese material llegara a la conciencia;  pero la vía hipnótica ya estaba descartada.  Para Freud los pacientes tenían que saber de lo reprimido, de alguna manera.  Notó entonces que en las palabras del paciente había referencias indirectas y abundantes a lo reprimido, y se impuso la tarea de rastrearlas.  Para ello observó que tenía que atender por igual a todo lo que el paciente dijera pues no sabía por dónde aparecerían las referencias a ese material.  Concretó esa actitud en un procedimiento que llamó asociación libre, que empezó a exigir a los pacientes para poder tener acceso a todas sus producciones, ya que también observó que el paciente escogía las asociaciones según determinadas conveniencias.  Pidió que no seleccionaran, que lo dijeran todo.

         Pero sobrevino una importante dificultad, no prevista, que obligó a ampliar la teoría, a saber más cosas sobre el asunto.

         Las primeras investigaciones daban la impresión de que los traumas reprimidos eran trozos de historia de contenido preciso que simplemente habían sido retirados de la memoria pero podrían volver a ella y ser evocados como textos perfectamente inteligibles y reconocibles.  La hipnosis, y lo que se podía hacer con ella, sin duda contribuyó a dar esa impresión.

         Pero las observaciones ulteriores permitieron conocer más de cerca la naturaleza del material reprimido.  En realidad no eran recuerdos concretos que pudieran ser evocados por un esfuerzo de la memoria sino un conjunto complejo de vivencias penosas, ideas fragmentarias, terrores y recuerdos parciales dispersos e inconexos.  No era pues algo debidamente articulado y después olvidado, que pudiera ser fácilmente reintroducido en el hilo de la historia consciente y lógica del sujeto.  Era el estado de dispersión y fragmentación en que quedaron vivencias fuertes de alto contenido traumático que no pudieron ser ordenadas y elaboradas en su momento por un YO indefenso y sobrepasado.

         Se encontró así, que no se trataba tanto de evocar un recuerdo, sino más bien de reconstruir una situación, y muchas veces de construirla, a partir de los elementos dispersos.  Freud lo intuyó desde el principio al tratar de deducir muchas cosas a partir de las asociaciones libres.

         El material reprimido quedaba pues, no sólo olvidado, sino en un estado muy diferente al de un texto corriente que pudiera ser alcanzado por la capacidad de hablar del analizado.  Quedaba desarticulado, y sus elementos unidos por una lógica muy diferente a la del pensamiento consciente, y más parecida a la lógica que arma los sueños.

         De allí que lo reprimido quedara, no solamente olvidado, sino inaccesible a la palabra del paciente;  por su naturaleza, quedaba perfectamente por fuera de ella.  Inicialmente Freud no lo tenía muy claro y por eso su esfuerzo se dirigía específicamente a “llenar las lagunas de la memoria”.  Poco a poco supo que se trataba más bien de un largo camino de reconstrucción y construcción durante el cual la palabra del paciente iba cobrando más y más eficacia para poder ir recuperando su material para la  lógica coherente de la conciencia y finalmente llegar a reconocerse en esa historia reconstruida.  Con lo cual, lo disperso y otrora traumático puede recibir una nueva elaboración y ordenamiento, es decir, una resolución

De las dificultades para realizar este trabajo surgió un concepto que llegó a ser otro pilar fundamental de la arquitectura teórica del Psicoanálisis y que ha sido objeto de estudios e investigaciones que hoy no cesan.  Freud observó que la relación médico-paciente era fundamental – y no sólo por las razones iniciales de sugestión y ayuda – sino por otras que se han ido precisando más y más.  Tal relación constituye una especie de escenario actual, de soporte donde el paciente pueda imaginar cómo fueron las cosas en otras relaciones vagamente intuidas, y así el “material” reprimido encuentre la posibilidad de ser organizado y tomar forma de texto inteligible.  Es decir, que la relación médico-paciente es esencial como substrato actual, como soporte vivencial y actual indispensable para el trabajo de reconstrucción y construcción necesario para que el material “reprimido” tome la forma de texto legible en el que el paciente pueda reconocerse y reconocer la coherencia del hilo de su vida.

No se puede reconstruir una historia en el vacío, abstractamente.  Es menester hacerlo sobre la base de una relación viva y actual, máxime que los “traumas” nacen precisamente en el seno de relaciones vivas.

A ese fenómeno fundamental, Freud llamó Transferencia.

Como puede apreciarse, el problema resultó ser más complejo que recordar una escena traumática debidamente estructurada como un texto claro y preciso.

         Para lograr estos desarrollos y progresos, Freud recorrió un largo, difícil y apasionante camino de 40 años  -  que hoy continúa en nuevas manos  -  durante el cual se fue construyendo la Teoría del Psicoanálisis.

         El Psicoanálisis hace su gran entrada en el siglo XX, en sus meros comienzos, con la publicación de la obra maestra de Freud, “La Interpretación de los Sueños”.  Y este siglo  y el siguiente, llevarán su marca.

                                                                  Alfredo Reyes C.
                                                                 





[1]
           Bajo la mirada penetrante de Freud, los síntomas histéricos aparecieron como trastornos de la sexualidad. Con la radicalidad propia de su pensamiento llegó a formularlo desde el comienzo en una forma asombrosa: “los síntomas histéricos son satisfacciones sexuales sustitutivas”, sin importar el escándalo que dicha afirmación pudiera provocar. A través de los síntomas Freud descubrió la Sexualidad, pero no sólo como Etiología sino la Sexualidad Humana misma. Ésta había permanecido en la oscuridad científica por siglos y siglos, ignorándose así nuestra pertenencia a la Especie Humana cuya necesidad primordial es su propia conservación, y la fuerza que la garantiza es la poderosa Sexualidad, que funciona y nos acciona queramos o no.  De esta manera Freud, de paso, le da lugar científico a lo que el desdén propio del Narcisismo humano ha llamado siempre “la parte animal del hombre”. Las alteraciones de esta “parte”, debidas en buen grado al hecho de ignorarla, llamaron la atención de Freud cuyo desciframiento hizo posible la Teoría Psicoanalítica.
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* Hoy, viernes, 12 DE JULIO, 6:00 P.M. En Cali
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CONFERENCISTA: ALFREDO REYES (Foto , centro izq.), PSICOANALISTA. 

CELEBRACIÓN DEL CUMPLEAÑOS DE OSCAR ESPINOSA RESTREPO (Pintura, Izq.) , PSICOANALISTA. 

Ambos VINCULADOS A LA FUNDACIÓN DEL PSICOANÁLISIS EN LA CIUDAD DE CALI. 

PROGRAMA COMPLEMENTARIOPOEMAS DE LEÓN DE GREIFF, MONTAJE DE VÍCTOR PEÑA. 
PIEZA MUSICAL DEL MAESTRO ANTONIO MARÍA VALENCIA, A CARGO DE AMARANTA CEDEÑO.
COPA DE VINO PARA EL BRINDIS.

Sobre el de la foto de la derecha: http://www.freud.org.uk/

Invitan : La Fundación y Eduardo Botero Toro , psicoanalista, (foto . centro der) . 

Lugar: Biblioteca Departamental Jorge Garces Borrero Cl. 5  # 24 A-91, Cali, Colombia . View Map · Get Directions . Entrada libre.  


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