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EL PSICOANÁLISIS Y EL SIGLO XX
Por Alfredo Reyes C.
Cali, Julio
13, 2013
El
Psicoanálisis es un acontecimiento en la historia de la Cultura Humana.
A finales del siglo XIX, las angustias de un neurótico no
tenían la posibilidad de ser atendidas por el pensamiento racional, como sí lo
empezaban a ser otras formas del padecimiento humano, como las enfermedades del
cuerpo.
La
ciencia de la época sólo podía definir la neurosis histérica como un trastorno
de las células cerebrales o como una simulación.
El padecimiento histérico no podía aspirar a ser entendido
como un resultado de determinados procesos y el Psiquismo mismo carecía de una
teoría general sobre su estructura y funcionamiento.
El Psicoanálisis aparece como una respuesta a ese vacío, lo
que le confiere el carácter de un descubrimiento muy importante: lo más
específicamente humano, el Psiquismo y sus perturbaciones, podía llegar a tener
la dignidad de ser pensable en términos científicos y no sólo abandonado a las
opiniones de la religión, la magia y la superstición.
Es cierto que la gran literatura y la filosofía siempre
conocieron al Hombre muy profundamente, con grandes intuiciones que podrían
verse como los ilustres antecesores del Psicoanálisis (Freud se decía discípulo
de los grandes poetas), pero su sistematización y organización en forma de una
Teoría General, apenas llega con el psicoanálisis, con la aparición de un
“médico-filósofo”, como lo habían presentido Nietzsche y Poe.
En el momento en que Freud no se precipita a diagnosticar y
clasificar la histeria, y de ésta manera congelarla, sino que se detiene a
escuchar qué dicen los pacientes sobre lo que les ocurre, en ese momento nace
un campo de conocimiento completamente nuevo.
Pero limitarse a diagnosticar y clasificar la histeria era asimilarla a
lo ya “sabido” – disturbio neurológico o simulación – con lo cual quedaba
cerrado el campo de observación.
Freud no procedió así. Impulsado por su particular
curiosidad científica, se dedicó a escuchar atentamente el relato; es decir, le dio – podría decirse que por
primera vez en la historia – validez y seriedad a las palabras del
paciente; tomó su discurso como algo
digno de oírse y entenderse; le dio un
lugar a la palabra del paciente. El oído
de la Medicina no estaba capacitado aún para atender esta sintomatología. Por eso, este sólo acto, por sí mismo, ya es
muy notable como avance cultural.
Entonces su atención fue premiada con la posibilidad de
observar un mundo maravilloso y complejo que siempre había estado allí,
ofrecido a quien quisiera y pudiera leerlo.
Las primeras conclusiones no se hicieron esperar.
Apoyado
en la hipnosis y el método catártico (dejar
hablar y desahogarse al paciente) y apremiado por la necesidad de
aliviar los variados síntomas de la histeria (parálisis, fobias, alteraciones
de la conciencia, etc.) observó que éstos eran causados por acontecimientos
penosos de la historia de los pacientes, que ellos no recordaban y sin embargo estaban
en algún “lugar” ya que podían ser evocados en hipnosis, y en algún grado
deducidos de las palabras del paciente.
La idea de un nivel inconsciente
en el psiquismo se le impuso entonces de manera indiscutible y como una
necesidad de coherencia teórica.
Igualmente
pudo observar que los síntomas se aliviaban cuando en la hipnosis el paciente
podía evocar fragmentos de su vida que habían sucumbido al olvido y que de
alguna manera explicaban el síntoma.
La idea de una historia “traumática”
activamente olvidada pero presente de manera indirecta en los síntomas, y
además recuperable bajo hipnosis, prácticamente impuso a Freud - buen observador - las nociones de inconsciente, represión,
sujeto dividido entre consciente e inconsciente, nociones que demarcaron un
campo nuevo de conocimiento que Freud habría de desarrollar poco a poco
desplegando todo el potencial teórico que dichos conceptos fundadores
encerraban.
La observación minuciosa agregó nuevas
ideas. La investigación del material
obtenido por hipnosis y por deducción indicó que las situaciones traumáticas
subyacentes a los síntomas histéricos, habían tenido lugar en la infancia y que
además tales situaciones en su mayoría se referían a problemas sexuales,
concepto éste que resultó inquietante y que impuso también la noción teórica de
sexualidad infantil, inédita en la ciencia pero conocida
empíricamente por el saber popular, que llegó a producir nuevas teorías sobre
el desarrollo de la libido.[1]
Y
así, unos conceptos fueron llevando a otros porque estaban concatenados a
través de relaciones lógicas internas que correspondió a Freud recoger y armar
con ellos la Teoría Psicoanalítica.
La observación de todos estos fenómenos
llevó a Freud a pensar que las situaciones patógenas resultaban traumáticas, en
buena parte, porque ocurrían en la infancia, época en la que la capacidad de
elaborar y ordenar las vivencias conflictivas, era fácilmente sobrepasada. Lo cual quiere decir que las situaciones de
conflicto extremo no hallaban resolución posible y el YO recurría entonces a la
represión enérgica para alejarse de algo que, por no poderse resolver,
resultaba traumático. Pero lo reprimido
no quedaba inerte sino que desde su propia fuerza, retornaba por el único
camino posible: el atajo de los síntomas.
Esa conexión fue una de las primeras observaciones magistrales de Freud.
Esta conceptualización dinámica del
problema de la neurosis mostró a Freud el camino de la cura.
En los comienzos, se ilusionó con la
hipnosis porque ésta, al ampliar la memoria, permitía el acceso “directo” a las
situaciones patógenas reprimidas, pero
el paciente difícilmente reconocía
como propio ese
material extraído
“artificialmente”, es decir, sin pasar
por una transformación en el YO de aquellas circunstancias que habían
determinado la represión. Era algo
forzado y artificial. La hipnosis no
curó la histeria pero hizo posible el Psicoanálisis.
Una vez más, la fina observación
reorientó sus investigaciones. Gracias a
la hipnosis ya sabía con certeza que había un material reprimido causante de
los síntomas y que era importante que ese material llegara a la conciencia; pero la vía hipnótica ya estaba
descartada. Para Freud los pacientes tenían
que saber de lo reprimido, de alguna manera.
Notó entonces que en las palabras del paciente había referencias
indirectas y abundantes a lo reprimido, y se impuso la tarea de rastrearlas. Para ello observó que tenía que atender por
igual a todo lo que el paciente dijera pues no sabía por dónde aparecerían las
referencias a ese material. Concretó esa
actitud en un procedimiento que llamó asociación libre, que empezó a
exigir a los pacientes para poder tener acceso a todas sus producciones, ya que
también observó que el paciente escogía las asociaciones según determinadas
conveniencias. Pidió que no
seleccionaran, que lo dijeran todo.
Pero sobrevino una importante
dificultad, no prevista, que obligó a ampliar la teoría, a saber más cosas
sobre el asunto.
Las primeras investigaciones daban la
impresión de que los traumas reprimidos eran trozos de historia de contenido
preciso que simplemente habían sido retirados de la memoria pero podrían volver
a ella y ser evocados como textos perfectamente inteligibles y
reconocibles. La hipnosis, y lo que se
podía hacer con ella, sin duda contribuyó a dar esa impresión.
Pero
las observaciones ulteriores permitieron conocer más de cerca la naturaleza del
material reprimido. En realidad no eran
recuerdos concretos que pudieran ser evocados por un esfuerzo de la memoria
sino un conjunto complejo de vivencias penosas, ideas fragmentarias, terrores y
recuerdos parciales dispersos e inconexos.
No era pues algo debidamente articulado y después olvidado, que pudiera
ser fácilmente reintroducido en el hilo de la historia consciente y lógica del
sujeto. Era el estado de dispersión y
fragmentación en que quedaron vivencias fuertes de alto contenido traumático
que no pudieron ser ordenadas y elaboradas en su momento por un YO indefenso y
sobrepasado.
Se encontró así, que no se trataba
tanto de evocar un recuerdo, sino más bien de reconstruir una situación, y
muchas veces de construirla, a partir de los elementos dispersos. Freud lo intuyó desde el principio al tratar
de deducir muchas cosas a partir de las asociaciones libres.
El material reprimido quedaba pues, no
sólo olvidado, sino en un estado muy diferente al de un texto corriente que pudiera
ser alcanzado por la capacidad de hablar del analizado. Quedaba desarticulado, y sus elementos unidos
por una lógica muy diferente a la del pensamiento consciente, y más parecida a
la lógica que arma los sueños.
De allí que lo reprimido quedara, no
solamente olvidado, sino inaccesible a la palabra del paciente; por su naturaleza, quedaba perfectamente por
fuera de ella. Inicialmente Freud no lo
tenía muy claro y por eso su esfuerzo se dirigía específicamente a “llenar las
lagunas de la memoria”. Poco a poco supo
que se trataba más bien de un largo camino de reconstrucción y construcción
durante el cual la palabra del paciente iba cobrando más y más eficacia para
poder ir recuperando su material para la
lógica coherente de la conciencia y finalmente llegar a reconocerse en
esa historia reconstruida. Con lo cual,
lo disperso y otrora traumático puede recibir una nueva elaboración y
ordenamiento, es decir, una resolución.
De las dificultades para realizar este trabajo surgió un
concepto que llegó a ser otro pilar fundamental de la arquitectura teórica del
Psicoanálisis y que ha sido objeto de estudios e investigaciones que hoy no
cesan. Freud observó que la relación
médico-paciente era fundamental – y no sólo por las razones iniciales de
sugestión y ayuda – sino por otras que se han ido precisando más y más. Tal relación constituye una especie de
escenario actual, de soporte donde el paciente pueda imaginar cómo
fueron las cosas en otras relaciones vagamente intuidas, y así el “material”
reprimido encuentre la posibilidad de ser organizado y tomar forma de texto
inteligible. Es decir, que la relación
médico-paciente es esencial como substrato actual, como soporte vivencial y
actual indispensable para el trabajo de reconstrucción y construcción necesario
para que el material “reprimido” tome la forma de texto legible en el que el
paciente pueda reconocerse y reconocer la coherencia del hilo de su vida.
No se puede reconstruir una historia en el vacío,
abstractamente. Es menester hacerlo
sobre la base de una relación viva y actual, máxime que los “traumas” nacen
precisamente en el seno de relaciones vivas.
A ese fenómeno fundamental, Freud llamó Transferencia.
Como
puede apreciarse, el problema resultó ser más complejo que recordar una escena
traumática debidamente estructurada como un texto claro y preciso.
Para lograr estos desarrollos y
progresos, Freud recorrió un largo, difícil y apasionante camino de 40
años -
que hoy continúa en nuevas manos
- durante el cual se fue
construyendo la Teoría del Psicoanálisis.
El Psicoanálisis hace su gran entrada
en el siglo XX, en sus meros comienzos, con la publicación de la obra maestra
de Freud, “La Interpretación de los Sueños”.
Y este siglo y el siguiente,
llevarán su marca.
Alfredo
Reyes C.
Bajo la mirada penetrante de Freud,
los síntomas histéricos aparecieron como trastornos de la sexualidad. Con la
radicalidad propia de su pensamiento llegó a formularlo desde el comienzo en
una forma asombrosa: “los síntomas histéricos son satisfacciones sexuales
sustitutivas”, sin importar el escándalo que dicha afirmación pudiera provocar.
A través de los síntomas Freud descubrió la Sexualidad , pero no
sólo como Etiología sino la Sexualidad
Humana misma. Ésta había permanecido en la oscuridad
científica por siglos y siglos, ignorándose así nuestra pertenencia a la Especie Humana cuya
necesidad primordial es su propia conservación, y la fuerza que la garantiza es
la poderosa Sexualidad, que funciona y nos acciona queramos o no. De esta manera Freud, de paso, le da lugar
científico a lo que el desdén propio del Narcisismo humano ha llamado siempre
“la parte animal del hombre”. Las alteraciones de esta “parte”, debidas en buen
grado al hecho de ignorarla, llamaron la atención de Freud cuyo desciframiento
hizo posible la Teoría Psicoanalítica.
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* VIDEO: http://www.youtube.com/watch?v=N_qJj8CP3AA
Video de la segunda intervención: http://www .youtube.c om/watch?v =eP56mDIZW RA
** OSCAR ESPINOSA RESTREPO, 80 años. CELEBRACIÓN. Cali, Julio 12, 2013
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/OSCARESPINOSARESTREPO80AnosCELEBRACIONCaliJulio122013#
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* VIDEO: http://www.youtube.com/watch?v=N_qJj8CP3AA
Video de la segunda intervención: http://www
** OSCAR ESPINOSA RESTREPO, 80 años. CELEBRACIÓN. Cali, Julio 12, 2013
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/OSCARESPINOSARESTREPO80AnosCELEBRACIONCaliJulio122013#
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NTC ... VIDEOS (Intervenciones completas)
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EL PSICOANÁLISIS EN CALI. Por ALFREDO REYES. OSCAR ESPINOSA RESTREPO, 80 años
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NTC ... Álbum fotográfico:
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CONFERENCISTA: ALFREDO REYES (Foto , centro izq.), PSICOANALISTA.
CELEBRACIÓN DEL CUMPLEAÑOS DE OSCAR ESPINOSA RESTREPO (Pintura, Izq.) , PSICOANALISTA.
Ambos VINCULADOS A LA FUNDACIÓN DEL PSICOANÁLISIS EN LA CIUDAD DE CALI.
PROGRAMA COMPLEMENTARIO: POEMAS DE LEÓN DE GREIFF, MONTAJE DE VÍCTOR PEÑA.
PIEZA MUSICAL DEL MAESTRO ANTONIO MARÍA VALENCIA, A CARGO DE AMARANTA CEDEÑO.
COPA DE VINO PARA EL BRINDIS.
Sobre el de la foto de la derecha: http://www.freud.org. uk/
Invitan : La Fundación y Eduardo Botero Toro , psicoanalista, (foto . centro der) .
Lugar: Biblioteca Departamental Jorge Garces Borrero , Cl. 5 # 24 A-91, Cali, Colombia . View Map · Get Directions . Entrada libre.
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FUENTES y OTROS EVENTOS
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