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Brochure Misión Internacional de Sabios **24.49 MB
** Allí: LOS INTEGRANTES POR CADA UNO DE LOS 8 EJES TEMÁTICOS
Los sabios de espaldas
EDITORIAL. Arcadia, Junio 2019
Por estos días, la Misión Internacional de Sabios que el presidente Iván Duque inauguró en el Jardín Botánico de Bogotá con la tarea de “aportar a la construcción e implementación de la política pública en educación, ciencia, tecnología e innovación” llega al medio tiempo de sus actividades. Esto significa que a sus cuarenta y siete miembros ahora les queda solo hasta diciembre para entregar “recomendaciones factibles y propuestas relevantes para responder a desafíos productivos y sociales que logren un desarrollo sostenible e inclusivo de nuestro país”.
Por estos días, la Misión Internacional de Sabios que el presidente Iván Duque inauguró en el Jardín Botánico de Bogotá con la tarea de “aportar a la construcción e implementación de la política pública en educación, ciencia, tecnología e innovación” llega al medio tiempo de sus actividades. Esto significa que a sus cuarenta y siete miembros ahora les queda solo hasta diciembre para entregar “recomendaciones factibles y propuestas relevantes para responder a desafíos productivos y sociales que logren un desarrollo sostenible e inclusivo de nuestro país”.
La
misión se inauguró hace cinco meses, el pasado 8 de febrero, con una estructura
en sí compleja, que hasta hoy se mantiene. La Vicepresidencia de la República
lleva el liderazgo; el ministerio de Educación y Colciencias fungen de
coordinadores; la consultora española Science Innovation Link Office (SILO)
supervisa el trabajo, y la bióloga y empresaria española Cristina Garmendia lleva el cargo de secretaría técnica. Dentro de
este armazón, repartidos en ocho ejes
temáticos relacionados con el agua,
la energía, la tecnología, la biotecnología, las industrias creativas y tres
campos de las ciencias, los expertos han venido trabajando, sin honorarios
y con la ayuda de modestos equipos de investigación en las universidades Eafit,
Javeriana, UIS, de Antioquia, Andes, Tadeo, Rosario y Nacional.
Los
primeros meses de labores transcurrieron en silencio, y, según fuentes
cercanas, de manera más bien desarticulada, más allá de la energía motivacional
de algunos de sus miembros. También se hicieron sentir desacuerdos técnicos
entre los entes coordinadores. El pasado 10 y 11 de junio, los sabios
celebraron en el Parque Explora de Medellín su primera cumbre para compartir hallazgos sobre “barreras y oportunidades de los
ejes”. Hubo himnos, fotos y discursos, y los asistentes le abonaron a
la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez haberse quedado los dos días enteros y
haber tomado nota disciplinadamente. Sin embargo, quedó el mismo sinsabor que
se siente desde que nació la iniciativa: las arandelas retóricas con que se ha
presentado, las buenas intenciones que motivan a sus impulsores y la enorme
calidad científica de sus miembros no responden a la pregunta sobre qué va a
pasar con el documento final que se producirá en diciembre.
En
primer lugar, una comisión de cuarenta y
siete sabios, ocho ejes temáticos y menos de un año para trabajar no da
mucha esperanza. Coordinar las agendas de expertos líderes en sus campos, en
Colombia y en el exterior, es no solo una tarea casi imposible, sino también un
problema de fabricación para un equipo que trabaja ad honorem y que cuenta con cada vez menos tiempo para hacer las
diversas recomendaciones de política pública que le han encomendado. Más allá
de las buenas intenciones, remar para que la misión funcione bien podría ser la
última prioridad en la agenda de varios de sus miembros.
Por
otra parte, no es claro si las conclusiones del trabajo de los sabios pasarán
por el Congreso y se convertirán en ley. De hecho, que esto suceda es más bien
improbable. El Plan Nacional de
Desarrollo ya se tramitó en el Legislativo, sin involucrar a la misión, y
el Departamento Nacional de Planeación
no fue incorporado a su estructura, por lo cual tampoco habría de esperarse un
Conpes. Hay quienes dicen que las recomendaciones de los sabios se integrarán
al nuevo ministerio de Tecnología e
Innovación que, si todo sale como espera el gobierno, abrirá sus puertas en
enero. Pero, de nuevo, ¿para eso se
constituye una misión de sabios?
Ante
esto cabe temer que a la misión de Duque
le suceda algo similar a lo que le pasó hace veinticinco años a la Misión de Sabios del gobierno de César
Gaviria. Tenía apenas diez notables, uno de los cuales era Gabriel García Márquez; debía cumplir
metas menos amplias; creó un documento de ciento cincuenta páginas - Colombia,
al filo de la oportunidad—, hasta hoy vigente, sobre la necesidad de
invertir en educación, pero quedó en los anaqueles, pues no se aplicó.
Más
allá de la grandilocuencia del título, más allá del desafío que implica juntar
criterios para definir la “sabiduría”,
más allá de lo pretencioso que resulta proponerse hacer una selección de
“sabios”, todavía estamos a tiempo para
preguntar por su objetivo y su sentido. Y, sobre todo, para exigir que las
investigaciones y las disquisiciones que hagan los notables -si es que las
vamos a tomar en serio— no ignoren la parte de la realidad de Colombia que el
principal organizador de la misión, al menos públicamente, no
parece querer ver: la crisis de la
gobernabilidad, la amenaza a la institucionalidad, la caída de la confianza, la
perpetuidad de la violencia y, por supuesto, el desmembramiento del acuerdo de
paz.
Filosóficamente,
habría que preguntar si una agenda
enfocada hacia la productividad y el desarrollo (que, paradójicamente, no
incluye a la educación como eje
temático) es lo primero que Colombia necesita para crecer al máximo. Y es
necesario reflexionar si así —a puerta cerrada, concentrados en labores
especializadas y, hay que decirlo, de
espalda a la gente— se puede construir una hoja de ruta para el país a
largo plazo: de manera escalable, replicable y sostenible.
Lo que pasa por la misión
Nos
hace optimistas la claridad de todos los comisionados en que este tren no lo
podemos perder.
Por: Moisés
Wasserman @mwassermannl
EL
TIEMPO: 04 de julio 2019 , 07:00 p.m.
Hace
unos días se llevó a cabo el primer encuentro general de la Misión de Sabios.
No había habido aún oportunidad para que los 47 comisionados nos encontráramos
y conociéramos los avances de los otros. Esta columna no es un informe, apenas
la recolección de algunas impresiones personales.
Aunque
a los ocho grupos los une el objetivo común de que el conocimiento se convierta
en un eje dinamizador del desarrollo, son evidentes sus visiones particulares,
derivadas de los distintos orígenes disciplinarios de sus miembros y de la
diversidad de sus experiencias. Basta con nombrarlos para entender esa
afirmación: ciencias básicas y del espacio, ciencias de la vida y de la salud,
ciencias sociales y desarrollo humano con equidad, océanos y recursos
hidrobiológicos, biotecnología, medioambiente y bioeconomía, energía
sostenible, industrias culturales y creativas, y tecnologías convergentes (nano,
info, cogno e industrias 4.0).
Los
focos cubren casi todos los frentes del conocimiento que hoy se desarrollan en
el mundo. Durante estos primeros meses se han comunicado
con sus comunidades y otros sectores a través de encuestas, encuentros, foros y
entrevistas, recogiendo opiniones, expectativas y también dudas sobre el
resultado final de la misión. Toda esa información alimentó la reflexión en los
grupos, reflexión que esperamos se vea al final en documentos de análisis y
recomendaciones concretas para políticas de largo aliento.
Por
supuesto, hay algunos temores. El más obvio es que todo se quede en un
documento (como nos ha sucedido en el pasado), o que las recomendaciones duren
solo lo que dure este gobierno
Si hay
algunos temas que no aparecen explícitos no es porque estén ausentes, sino
porque son comunes a todos. Uno es el de la educación, el cual es objeto de
reflexión en todos los grupos y será el que más recomendaciones genere. Todos
compartimos la preocupación acerca de su calidad y el impacto que debe ejercer
en la vida de las personas, el desarrollo del país y la equidad social.
Otro
asunto central (que coincide con la conformación del nuevo ministerio) es el de
la configuración y las normas que regirán el sistema de ciencia, tecnología e
innovación. Por supuesto, preocupan los mecanismos de financiamiento
(porque sin eso, la ciencia es ciencia ficción), pero también la manera para
que ese ministerio se convierta en el lugar de las interfaces: entre política y
ciencia, entre academia y empresa, entre ministerios y entre sectores
productivos que cada vez más dependen del conocimiento.
Por supuesto, hay algunos temores. El más obvio es que todo se quede en un documento (como nos ha sucedido en el pasado), o que las recomendaciones duren solo lo que dure este gobierno. Hay también algún temor respecto a si la heterogeneidad de los grupos y la diversidad de sus intereses permitirán llegar a recomendaciones unificadas. La definición de innovación, por ejemplo, es distinta para el grupo de tecnologías convergentes que para el de ciencias sociales, y la definición de conocimiento científico para ciencias básicas está lejos de la del grupo de industrias culturales y creativas.
Por supuesto, hay algunos temores. El más obvio es que todo se quede en un documento (como nos ha sucedido en el pasado), o que las recomendaciones duren solo lo que dure este gobierno. Hay también algún temor respecto a si la heterogeneidad de los grupos y la diversidad de sus intereses permitirán llegar a recomendaciones unificadas. La definición de innovación, por ejemplo, es distinta para el grupo de tecnologías convergentes que para el de ciencias sociales, y la definición de conocimiento científico para ciencias básicas está lejos de la del grupo de industrias culturales y creativas.
Sin
embargo, hay hechos que permiten ser optimistas. La misión fue concebida con un
concepto muy amplio y progresista de la ciencia y sus impactos. El Gobierno ha
comprometido repetidamente su apoyo; la Vicepresidenta, la ministra de
Educación y el director de Colciencias participaron en todo el encuentro (y eso
no es lo usual en nuestro medio). Pero, en especial, nos hace optimistas la
claridad de todos los comisionados en que el momento es crucial y en que este
tren no lo podemos perder. Me pareció además que el compromiso tácito
de que estaremos dispuestos a llegar a acuerdos, aún imperfectos (debido a las
diferentes visiones y a la diversidad de intereses), es una verdadera
innovación social en un país tan acostumbrado a los desacuerdos perfectos.
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¿Para qué sirve la Misión Internacional de Sabios?
Julio 12, 2019 Semana en Vivo. Inicio de nueva sección (quincenal) dedicada a LA CULTURA,
con Camilo Jiménez, director de la revista ARCADIA. El editorial del mes de junio 2019 de ésta se refirió al tema.
Invitados de Semana en Vivo: Camilo Jiménez, director de la revista ARCADIA,
conversó con Moises Wasserman, bioquímico y académico colombiano.
Estuvo también William Duica, profesor asociado de filosofía de la Universidad Nacional y la internacionalista, Sandra Borda
VIDEO: Primera parte: https://youtu.be/0slJ6jZXXQY
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VIDEO: Segunda parte: https://youtu.be/e_YJKMqMlcA
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Canal de Semana en Vivo en Youtube
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Moises Wasserman, integrante de la nueva
Misión de sabios
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Bogotá - CanalCapitalBogota. Publicado el 12 feb. 2019
VIDEO
47 minutos
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DISCURSO INUAGURAL POR Moises Wasserman
DISCURSO INUAGURAL POR Moises Wasserman
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