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NTC ... agradece al poeta y narrador José Zuleta Ortiz
por la información sobre este maravillo texto y por el gran aporte.
Aviso de derrumbe
Byung-Chul Han,
pensador coreano afincado en Berlín, es la nueva estrella de la filosofía
alemana
La
asfixiante competencia laboral, el exhibicionismo digital y la falaz demanda de
transparencia política son los males contemporáneos que analiza en su obra.
FRANCESC ARROYO. EL PAÍS,
Madrid, 22 MAR 2014 http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/18/actualidad/1395166957_655811.html
No es
extraño que Alemania,
el país que ha producido mentes como las de Kant, Hegel, Nietzsche o Marx, tenga
devoción por la filosofía, lo inusual es que la nueva revelación del
pensamiento alemán —tronco inevitable del pensamiento occidental moderno— sea
un autor oriental que cuando era un treintañero cambió Corea del Sur por Europa. Hoy los
libros de ese autor, Byung-Chul Han, son prestigiosos superventas en un país
que todavía discute apasionadamente a sus filósofos vivos, sean Jürgen
Habermas, Peter Sloterdijk o Richard David Precht. Han ya es uno de ellos.
Byung-Chul
Han nació en 1959 en Seúl y allí estudió metalurgia, pero pronto llegó a la
conclusión de que con aquello no iba a ninguna parte. La carrera ni siquiera le
interesaba. Decidió instalarse en Alemania y estudiar literatura, aunque acabó
interesado en la filosofía. En 1994 se doctoró por la Universidad de Múnich con
una tesis sobre Martin Heidegger y poco después se estrenó como
profesor universitario tras haber obtenido la habilitación en Basilea.
Actualmente enseña Filosofía en la Universidad de las Artes de Berlín después
de ejercer en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe al lado de Sloterdijk,
que no ha evitado polemizar con el que muchos consideran su sucesor en
el trono simbólico de la filosofía germana.
En los
últimos meses se han publicado en España dos libros de Han —La sociedad del cansancio * y La sociedad de la transparencia *—, en
abril aparecerá un tercero —La agonía de Eros* (en la
editorial Herder *, como los anteriores)— y varios más serán traducidos pronto.
En ellos analiza los males del presente: el hombre contemporáneo, sostiene el
filósofo, ya no sufre de ataques virales procedentes del exterior; se corroe a
sí mismo entregado a la búsqueda del éxito. Un recorrido narcisista hacia la
nada que lo agota y lo aboca a la depresión. Es la consecuencia insana de
rechazar la existencia del otro, de no asumir que el otro es la raíz de todas
nuestras esperanzas. Más aún, solo el otro da pie al eros y es precisamente el
eros el que genera el conocimiento.
La
entrevista se celebra en el Café Liebling, situado en la berlinesa
Raumerstrasse, en Prenzlauer Berg, un barrio que ha pasado en poco tiempo de
bohemio a aposentado. Suena una música ambiental suave que los camareros no
tienen problema en suavizar aún más para evitar interferencias en la grabación
de la charla. Han es puntual a la cita. Se sienta y pide café. La primera
pregunta es sobre la relación directa que él establece entre el eros y el
pensamiento. Mira al entrevistador, se mira las manos, se mesa el cabello,
calla. Al cabo de unos segundos empieza a hablar: “Creo que para responder a
eso necesitaría antes pensar durante un par de semanas”. En apariencia deja el
asunto de lado, aunque lo abordará al final de la entrevista. No tiene prisa.
Se toma su tiempo. Para todo. “Cuando llegué a Alemania, ni siquiera conocía el
nombre de Martin Heidegger”, cuenta. “Yo quería estudiar literatura alemana. De
filosofía no sabía nada. Supe quiénes eran Husserl y
Heidegger cuando llegué a Heidelberg. Yo, que soy un romántico, pretendía
estudiar literatura, pero leía demasiado despacio, de modo que no pude hacerlo.
Me pasé a la filosofía. Para estudiar a Hegel la velocidad no es importante.
Basta con poder leer una página por día”.
El esclavo de hoy es el que ha optado por el
sometimiento. Uno se ve libre y se explota a sí mismo hasta el colapso
Cualquier
cosa menos volver a la metalurgia que había dejado en Corea. “Al final de mis
estudios me sentí como un idiota. Yo, en realidad, quería estudiar algo
literario, pero en Corea ni podía cambiar de estudios ni mi familia me lo
hubiera permitido. No me quedaba más remedio que irme. Mentí a mis padres y me
instalé en Alemania pese a que apenas podía expresarme en alemán”.
Inició
un proceso de aprendizaje del idioma y de nuevas materias que le permitieran
comprender los problemas que aquejan al hombre de hoy. Explicarlo es el
objetivo de sus libros. A diferencia de lo que ocurría en tiempos pasados,
cuando el mal procedía del exterior, ahora el mal está dentro del propio
hombre, subraya Han: “La depresión es una enfermedad narcisista. El narcisismo
te hace perder la distancia hacia el otro y ese narcisismo lleva a la
depresión, comporta la pérdida del sentido del eros. Dejamos de percibir la
mirada del otro. En uno de los últimos textos que he escrito insisto en que el
mundo digital es también un camino hacia la depresión: en el mundo virtual el
otro desaparece”. ¿Hay posibilidades de vencer ese estado depresivo? “La forma
de curar esa depresión es dejar atrás el narcisismo. Mirar al otro, darse
cuenta de su dimensión, de su presencia”, sostiene. “Porque frente al enemigo
exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe el uso de anticuerpos
contra nosotros mismos”.
Para
precisar lo que sugiere recurre a Jean
Baudrillard: el enemigo exterior adoptó primero la forma de lobo, luego fue
una rata, se convirtió más tarde en un escarabajo y acabó siendo un virus. Hoy,
sin embargo, “la violencia, que es inmanente al sistema neoliberal, ya no
destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde dentro y provoca
depresión o cáncer”. La interiorización del mal es consecuencia del sistema
neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no necesita ejercer la
represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre moderno es él mismo su
propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito. Siendo así, ¿cómo
hacer frente a los nuevos males? No es fácil, dice. “La decisión de superar el
sistema que nos induce a la depresión no es cosa que solo afecte al individuo.
El individuo no es libre para decidir si quiere o no dejar de estar deprimido.
El sistema neoliberal obliga al hombre a actuar como si fuera un empresario, un
competidor del otro, al que solo le une la relación de competencia”.
Retomando
la idea hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo, Byung-Chul Han
denuncia que “el esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento”. Y lo
ha hecho a cambio de un modo de vida escasamente interesante, “la mera vida,
frente a la vida buena”, dice, casi pura supervivencia. A cambio de eso, el
hombre cede su soberanía y su libertad. Pero lo más llamativo es que el propio
amo ha renunciado también a la libertad al convertirse en explotador de sí
mismo. Ha interiorizado la represión y se ve abocado al cansancio y la
depresión. Pero el cansancio y la depresión no se pueden interpretar como
alienación, en el sentido tradicional marxista. “Solo la coerción o la
explotación llevan a la alienación en una relación laboral. En el
neoliberalismo desaparece la coerción externa, la explotación ajena. En el neoliberalismo,
trabajo significa realización personal u optimización personal. Uno se ve en
libertad. Por lo tanto, no llega la alienación, sino el agotamiento. Uno se
explota a sí mismo, hasta el colapso. En lugar de la alienación aparece una
autoexplotación voluntaria. Por eso, la sociedad del cansancio como sociedad
del rendimiento no se puede explicar con Marx. La sociedad que Marx critica, es
la sociedad disciplinaria de la explotación ajena. Nosotros, en cambio, vivimos
en una sociedad del rendimiento de autoexplotación”. El hombre se ha convertido
en un animal laborans, “verdugo y víctima de sí
mismo”, lanzado a un horizonte terrible: el fracaso.
Como
todo buen romántico, Han encuentra la solución en el amor. Hay que negar el
presente represivo y aceptar la existencia del otro y, de su mano, la
posibilidad del amor. Un buen ejemplo es la películaMelancolía, de Lars von Trier.
En ella aparece Justine, un personaje deprimido “porque es incapaz de amar. La
depresión aparece como una imposibilidad de amor. Pero Justine alcanza a salir
de la depresión gracias a la aparición de un planeta que va a destruir la
Tierra. Es la amenaza de esa catástrofe la que le permite curarse de la
depresión porque la hace capaz de percibir la existencia del otro. Primero, el
otro es el planeta y luego los demás. Y al salir de la depresión se siente
capaz de amar, de recuperar el sentimiento del eros”. Y es que “el eros es la condición
previa del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que es el otro, no hay
posibilidad de filosofía”.
Mientras Grecia y España están en ‘shock’ por la
crisis, se endurecen la competencia descarnada y los despidos
Hay una
relación directa entre eros y logos que pasa por descubrir al otro. Sin eso no
hay posibilidad de verdad. El eros tiene una relación vital con el pensar. El
logos sin eros sería pensamiento puro. Así termina La agonía de Eros, recuerda:
“El pensamiento en sentido enfático comienza bajo el impulso de eros. Es
necesario haber sido amigo, amante para poder pensar. Sin eros, el pensamiento
pierde la vitalidad y se hace represivo”. Ahí está el ejemplo de Alcibíades,
que accede al conocimiento gracias a la seducción que Sócrates ejerce sobre él.
“Siempre se había pensado que el eros estaba excluido, pero es condición para
el pensamiento”, insiste. “Es el amigo el que introduce una relación vital que
hace posible el pensar”. Por el contrario, “la falta de relación con el otro es
la principal causa de la depresión. Esto se ve agudizado hoy en día por los
medios digitales, las redes sociales”. La soledad, la incapacidad para percibir
al otro, su desaparición.
No hay,
sin embargo, que confundir la seducción con la compra. “Creo que no solo Grecia, también España, se encuentran
en un estado deshock tras la crisis financiera. En Corea ocurrió lo
mismo, tras la crisis de Asia. El régimen neoliberal instrumentaliza
radicalmente este estado de shock. Y ahí viene el diablo, que
se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a
cambio de almas humanas. Mientras uno se encuentra aún en estado de shock, se
produce una neoliberalización más dura de la sociedad caracterizada por la
flexibilización laboral, la competencia descarnada, la desregularización, los
despidos”. Todo queda sometido al criterio de una supuesta eficiencia, al
rendimiento. Y, al final, explica, “estamos todos agotados y deprimidos. Ahora
la sociedad del cansancio de Corea del Sur se encuentra en un estadio final
mortal”.
En
realidad, el conjunto de la vida social se convierte en mercancía, en
espectáculo. La existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente
“expuesta”, de “su valor de exposición” en el mercado. Y con ello “la sociedad
expuesta se convierte también en pornográfica. La exposición hasta el exceso lo
convierte todo en mercancía. Lo invisible no existe, de modo que todo es
entregado desnudo, sin secreto, para ser devorado de inmediato, como decía
Baudrillard”. Y lo más grave: “La pornografía aniquila al eros y al propio
sexo”. La transparencia exigida a todo es enemiga directa del placer que exige
un cierto ocultamiento, al menos un tenue velo. La mercantilización es un
proceso inherente al capitalismo que solo conoce un uso de la sexualidad: su
valor de exposición como mercancía.
Lo
propio ocurre en la exigencia de transparencia en la política: “La
transparencia que se exige hoy en día de los políticos es cualquier cosa menos
una demanda política. No se pide la transparencia para los procesos de decisión
que no interesan al consumidor. El imperativo de transparencia sirve para
descubrir a los políticos, para desenmascararlos o para escandalizar. La
demanda de transparencia presupone la posición de un espectador escandalizado.
No es la demanda de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. La
participación se realiza en forma de reclamaciones y quejas. La sociedad de la
transparencia, poblada de espectadores y consumidores, es la base de una
democracia del espectador”.
La
exigencia de transparencia, acompañada del hecho de que el mundo es un mercado,
hace que los políticos no acaben siendo valorados por lo que hacen, sino por el
lugar que ocupan en la escena. “La pérdida de la esfera pública genera un vacío
que acaba siendo ocupado por la intimidad y los aspectos de la vida privada”,
afirma. “Hoy se oye a menudo que es la transparencia la que pone las bases de
la confianza. En esta afirmación se esconde una contradicción. La confianza
solo es posible en un estado entre conocimiento y no conocimiento. Confianza
significa, aun sin saber, construir una relación positiva con el otro. La
confianza hace que la acción sea posible a pesar de no saber. Si lo sé todo,
sobra la confianza. La transparencia es un estado en el que el no saber ha sido
eliminado. Donde rige la transparencia, no hay lugar para la confianza. En
lugar de decir que la transparencia funda la confianza, habría que decir que la
transparencia suprime la confianza. Solo se pide transparencia insistentemente
en una sociedad en la que la confianza ya no existe como valor”. Un ejemplo de
esta contradicción es el Partido Pirata que se presenta a sí mismo como el de
la transparencia, lo que en realidad equivale a una propuesta de
despolitización. “Se trata, en realidad, de un antipartido”, afirma Han.
Y se ha
diluido también la “verdad”, porque en la sociedad de la transparencia lo que
importa es la apariencia. Parte de su discurso recuerda el de los situacionistas
franceses de los sesenta, que sostenía que la historia podía explicarse por el
predominio de los verbos que explican las cosas. En la antigüedad, lo
importante era el ser, pero el capitalismo impuso el tener. En la actual
sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer, de la
apariencia. Así lo resume Han: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna. Lo
único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es importante
si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el ejemplo de
Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un valor tienes
que exhibirte, colocarte en un escaparate”. Y el mundo de la apariencia se
nutre de las aportaciones de los medios de comunicación. Pero hay una gran
diferencia entre el saber, que exige reflexión y hondura, y el conocer, que no
aporta verdadero saber. “La acumulación de la información no es capaz de
generar la verdad. Cuanta más información nos llega, más intrincado nos parece
el mundo”.
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Pensamiento Herder
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... en abril aparecerá un tercero —La agonía de Eros (en la editorial Herder, como los anteriores)—
Edición en alemán: http://www.amazon.de/Agonie-Eros-Byung-Chul-Han/dp/3882219734
... en abril aparecerá un tercero —La agonía de Eros (en la editorial Herder, como los anteriores)—
Edición en alemán: http://www.amazon.de/Agonie-Eros-Byung-Chul-Han/dp/3882219734
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