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¿Cómo
terminará el capitalismo?
El sociólogo alemán Wolfgang Streeck ( 1 ) * define la
era postcapitalista como un interregno inestable e ingobernable, en el que los
individuos, abandonados a su suerte, podrán ser golpeados por el desastre en
cualquier momento
Por ALEX ROCHE
REVISTA CONTEXTO **, 29 DE
MARZO DE 2017
* http://ctxt.es/es/20150115/redaccion/36/?tpl=11
¿Cómo terminará el capitalismo? Esto se pregunta el sociólogo alemán Wolfgang Streeck (foto) en su último libro, How will capitalism end?, Y su respuesta no es precisamente halagüeña: “Antes de que el capitalismo se vaya al infierno, permanecerá en el limbo en el futuro próximo, muerto o a punto de morir por una sobredosis de sí mismo pero todavía coleando, pues nadie tendrá el poder para quitar de en medio su cuerpo en descomposición”. Después del capitalismo, explica Streeck, vendrá un interregno caracterizado por la inestabilidad y la ingobernabilidad, en el que los individuos, abandonados a su suerte, podrán ser golpeados por el desastre en cualquier momento.
¿Cómo terminará el capitalismo? Esto se pregunta el sociólogo alemán Wolfgang Streeck (foto) en su último libro, How will capitalism end?, Y su respuesta no es precisamente halagüeña: “Antes de que el capitalismo se vaya al infierno, permanecerá en el limbo en el futuro próximo, muerto o a punto de morir por una sobredosis de sí mismo pero todavía coleando, pues nadie tendrá el poder para quitar de en medio su cuerpo en descomposición”. Después del capitalismo, explica Streeck, vendrá un interregno caracterizado por la inestabilidad y la ingobernabilidad, en el que los individuos, abandonados a su suerte, podrán ser golpeados por el desastre en cualquier momento.
Streeck era un oscuro profesor
universitario hasta que, a raíz de la Gran Recesión de finales de la década de
los 2000, sus artículos en la revista New
Left Review empezaron a atraer a admiradores por sus agudos
análisis del nuevo mundo en que nos adentrábamos. El volumen How will capitalism end? recoge
estos artículos, en los que, de forma clarividente y provocativa, el autor
pone negro sobre blanco, con datos que describen nuestra realidad y profundas
reflexiones que nos ayudan a entenderla, el sentimiento de desasosiego que nos
ha atenazado en los últimos y tormentosos años desde que todo se fue al carajo.
Nota de NTC ... : Detalles e información sobre estas ediciones
y el libro completo en español en internet, ver al final
y el libro completo en español en internet, ver al final
Streeck argumenta que el
proceso de descomposición del capitalismo ya está en curso. El capitalismo
‘avanzado’ (las sarcásticas comillas son del autor) de los países de la OCDE ha
ido tambaleándose de crisis en crisis desde los años setenta del siglo pasado.
Cada crisis, elemento consustancial del sistema, se iba metiendo en un cajón,
de modo que la solución temporal que se encontraba acababa abriendo otro cajón
en forma de otra crisis, y así sucesivamente. La manta con la que los
gobernantes han tenido que maniobrar es demasiado corta: si intentaban taparse
los pies de la economía, con medidas impopulares exigidas por los técnicos, se
destapaban el pecho de la política, pues causaban el descontento del
electorado. El desequilibrio entre economía y política es intrínseco.
LA
DESIGUALDAD SISTÉMICA HA ALCANZADO TAL NIVEL QUE LOS MÁS RICOS PUEDEN
CONSIDERAR QUE SU DESTINO SE HA VUELTO INDEPENDIENTE DEL DESTINO DE LAS
SOCIEDADES DE LAS QUE EXTRAEN SU RIQUEZA
Desde 2008, afirma Streeck,
vivimos en la última etapa de esta secuencia de crisis. El estancamiento económico,
la deuda y la desigualdad –“los tres jinetes del apocalipsis del capitalismo
contemporáneo”– continúan devastando el paisaje económico y político. Hoy, el
endeudamiento conjunto es más alto que nunca y la ‘recuperación’ (otras
irónicas comillas del autor) no es más que la sustitución de desempleo por
empleo de baja calidad.
En cuanto a la desigualdad
sistémica, esta ha alcanzado tal nivel, denuncia Streeck, que los más ricos
pueden considerar, con razón, que su destino se ha vuelto independiente del destino
de las sociedades de las que extraen su riqueza y que, por tanto, pueden
permitirse dejar de preocuparse por sus conciudadanos. Para mantener esta
situación, los megarricos utilizan diferentes estratagemas. Por ejemplo,
compran legitimidad social mediante actos de filantropía que en parte llenan
los huecos en servicios sociales que deja su propia evasión de impuestos.
Al mismo tiempo que la
secuencia de crisis iba avanzando, el matrimonio de conveniencia entre el
capitalismo y la democracia se iba deshaciendo. La toma de decisiones relativas
a la distribución de recursos escapó del ámbito de la acción colectiva hacia
una esfera más remota y opaca controlada por ejecutivos de bancos centrales,
organizaciones internacionales y reuniones intergubernamentales de ministros.
La viabilidad del modelo
keynesiano que rigió en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial,
explica Streeck, dependía del poder político y económico que los trabajadores
eran capaces de ejercitar en las economías nacionales más o menos cerradas de
aquella época. Con el fin, en los setenta, de esta época dorada de crecimiento,
las clases pudientes dependientes del beneficio empezaron a buscar una
alternativa y la encontraron en la globalización. El capital presionó para ir a
un nuevo modelo de crecimiento basado en la redistribución de abajo a arriba.
De este modo, continúa Streeck,
empezó la marcha hacia el neoliberalismo, como una rebelión del capital contra
el keynesianismo. Las menores tasas de crecimiento eran aceptables para los
nuevos poderes siempre y cuando fueran compensadas por mayores tasas de
beneficio y una distribución de recursos cada vez más desigual. La democracia
se convirtió en una amenaza para este nuevo modelo y por tanto tenía que ser
desconectada de la economía política. Así nació la “postdemocracia”, que
Streeck caracteriza con una frase genial: “ahora los Estados están situados
dentro de los mercados, en vez de los mercados dentro de los Estados”.
La industria financiera, al
globalizarse, escapó del control democrático, convirtiéndose en un gobierno
privado internacional por su cuenta, que mangonea a las comunidades políticas
nacionales y a sus gobiernos. Hoy, expone Streeck, la democracia puede ser
concebida como una lucha entre dos “electorados” –los ciudadanos de los Estados
y los mercados internacionales– en la que el poder del dinero está por encima
del poder de los votos.
La democracia, lamenta Streeck,
ha perdido su carácter redistributivo e igualitario, por lo que en importantes
aspectos es indiferente quién gobierne. Esta pseudodemocracia sirve para
aparentar que la sociedad capitalista es producto de la elección popular,
cuando en realidad hace tiempo que el control democrático ha desaparecido. Así,
la ‘democracia’, vaciada de contenido sustancial, se convierte en una sucesión
de debates estériles sobre los estilos de vida y características personales de
los políticos y otras cuestiones culturales.
LA
DEMOCRACIA, LAMENTA STREECK, HA PERDIDO SU CARÁCTER REDISTRIBUTIVO E
IGUALITARIO, POR LO QUE EN IMPORTANTES ASPECTOS ES INDIFERENTE QUIÉN GOBIERNE
La globalización, afirma
Streeck, ha movido los talleres clandestinos que Marx y Engels encontraron en
Manchester a la periferia del capitalismo. Así, hoy los trabajadores explotados
del Sur global y los trabajadores de clase media del Norte nunca tienen la
oportunidad de experimentar juntos el sentimiento de comunidad y solidaridad
que nace de la acción colectiva en común. Los explotados son objeto de caridad,
como mucho, mientras que el estilo de vida consumista de Occidente depende de
que continúe esta explotación. Al comprar camisetas o móviles baratos, los
trabajadores de los países ricos, como consumidores, están poniendo presión
sobre ellos mismos como productores, acelerando la deslocalización de la
producción al extranjero y de paso socavando sus propios salarios, condiciones
de trabajo y empleos.
Mientras tanto, explica Streeck,
la flexibilidad creciente del mercado de trabajo ha sometido a los individuos a
una presión implacable para organizar sus vidas en función de las impredecibles
demandas de unos mercados cada vez más competitivos. El resultado es una
polarización en aumento entre unas masas de perdedores empobrecidos; unas
clases medias sobreexplotadas y absurdamente ocupadas, que se ven obligadas a
aportar cada vez más horas de trabajo y más intensas a pesar de disfrutar de
una prosperidad sin precedentes; y una pequeña élite de súper ricos cuya
codicia no conoce límites, mientras que sus bonus y dividendos hace ya mucho
que dejaron de cumplir cualquier función útil para la sociedad en su conjunto.
Para que este estado de cosas
pueda sostenerse, el sistema incentiva cuatro tipos de comportamientos que
Streeck denomina coping(enfrentar la adversidad con inacabables
paciencia y optimismo), hoping (creer de forma ilusa que a uno
le espera un futuro mejor a pesar de las circunstancias en las que uno se
encuentra), doping (acudir a ayudas externas como, por
ejemplo, drogas) y shopping (ser un obediente miembro de la
sociedad consumista).
LAS
SUPUESTAS LEYES NATURALES DE LA ECONOMÍA NO SON SINO PROYECCIONES DE RELACIONES
SOCIALES DE PODER, QUE SE NOS PRESENTAN COMO NECESIDADES TÉCNICAS
Una objeción razonable que se
le puede poner al análisis de Wolfgang Streeck es que se fija exclusivamente en
los países más desarrollados, obviando los tremendos avances que se han
producido en las últimas décadas en cuanto a la reducción de la pobreza
extrema, la mortalidad infantil o el analfabetismo a nivel global. Si bien es
posible argumentar que el mundo nunca ha estado mejor que ahora, el sufrimiento
y la desesperación de amplias capas de la población es innegable. El que las
tesis de Streeck suenen excesivas o no dependerá de la situación en la que se
encuentre el lector, pero exageradas o no, su inteligencia y coherencia son
iluminadoras.
El libro se centra en el
análisis de problemas más que en la propuesta de soluciones. Sin embargo, Streeck
apunta algunas ideas para conseguir mejores condiciones de vida y de trabajo
para la inmensa mayoría de la gente. Por un lado, hace falta revitalizar el
movimiento sindical. Por otro, hacer más efectivos los impuestos sobre los
ingresos y bienes de los vencedores de la liberalización; los Estados no
deberían tener que llevar a cabo las funciones que les encomiendan sus
ciudadanos en beneficio de la sociedad a base de pedir dinero prestado, que
luego ha de ser devuelto con intereses a los prestamistas, que a su vez dejan
sus riquezas en herencia a sus hijos.
¿Y qué hacer para restaurar el
papel de la democracia como un correctivo eficaz del capitalismo? Streeck es
muy escéptico acerca de las posibilidades de gobernanza, cohesión social y
solidaridad que puedan conseguirse en una Europa supranacional (no digamos a
una escala mundial), por lo que aboga por, en lugar de tratar de extender el
alcance de la democracia para abarcar el de los mercados capitalistas, hacer lo
posible para reducir el ámbito de estos últimos para igualarlos al de aquella.
Es decir, para Streeck, la única manera de volver a someter el capitalismo al
control democrático, y por tanto salvarlo de la extinción, es
“desglobalizándolo”.
Una última reflexión de Streeck
sirve de conclusión y de aviso a navegantes: las supuestas leyes naturales de
la economía no son sino proyecciones de relaciones sociales de poder, que se
nos presentan como necesidades técnicas. Si olvidamos esto, la economía
capitalista se convierte simplemente en “la economía” y la lucha social contra
el capitalismo es sustituida por una mera lucha política y jurídica por la
democracia.
La democracia que tenemos no es
suficiente si no nos permite acabar con las injusticias de esta modalidad de
capitalismo que sufrimos.
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*
- Blog de Wolfgang Streeck http://wolfgangstreeck.com/
- Página oficial Dr. Wolfgang Streeck http://www.mpifg.de/people/ws/forschung_en.asp
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In
New Left review 87, julio - agosto 2014. NLR
87, pp. 38-68
Temas: Teoría Económica, Economía Mundial y Globalización
Temas: Teoría Económica, Economía Mundial y Globalización
Con sus rivales aparentemente
derrotados, la principal amenaza que se cierne sobre el capitalismo podría
venir ahora de los desórdenes que acechan dentro del propio sistema. Wolfgang
Streeck lleva a cabo un diagnóstico de los síntomas de esta crisis, desde el
persistente estancamiento hasta la anarquía global, y se pregunta que nos
espera ante su multiplicación.
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febrero de 2015, al término de una
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… Texto completo en: http://ctxt.es/es/20150115/redaccion/36/?tpl=11
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